El Mohan
Este es el más importante entre los mitos del Tolima Grande. En algunas regiones le dicen Poira.
Para algunos es una divinidad acuática; para otros es un espíritu maléfico que causa muchos daños imperdonables.
Dicen que es un personaje monstruoso, cubierto de pelaje abundante, que más parece que estuviera envuelto en una luenga cabellera.
Tiene manos grandes, con uñas largas y afiladas como la de una fiera.
La diversidad de leyendas que se encuentran sobre las hazañas o artificios como actúa, constituye una riqueza folclórica para esta tierra Huilense.
Los pescadores lo califican de travieso, andariego, aventurero, brujo, libertino. Se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, de robarles las carnadas y los anzuelos; dicen que les enredan las redes de pescar, les ahuyentan los peces, castigan a los hombres que no oyen misa y trabajan en día de precepto, llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.
Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.
Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Pata y Saldaña, con quebradas, moyas y lagunas de Natagaima, prado y coyaima, hasta la confluencia de Hilarco, como límite de purificación, los ribereños le tienen un pánico atroz porque se les presenta como una fiera negra, de ojos centellantes, traicioneros y recelosos. Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, peces, etc.
Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; hacía las veces de centinela, por eso no le queda tiempo para enamorar.
En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en purificación, hasta Guataquicito ron coello, los episodios eran diferentes.
Allí se les presentaban como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguales; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastantes sociables, muy obsequioso y serenatero.